Enrique Correa: ¿Qué es lo correcto?
“Me ha ido bien en la vida y lo que la ha caracterizado -una especie de lema para mí- es, por un lado, haber hecho siempre lo que hay que hacer con mi familia, con mis hijos, con mis nietos, pero también en momentos trascendentales, como cuando nos propusimos con mis compañeros de partido luchar contra la dictadura, incluso si había que entrar o salir clandestino de Chile.
Lo segundo es hacer lo correcto, como aquel título de la película de Spike Lee, ‘Haz lo correcto’. Eso es una herencia de mis padres y de mis abuelos que me enseñaron a ser correcto, a no tener nada debajo del poncho, a no tener esqueletos en el armario. Creo que voy a terminar mis días con esos lemas”.
Enrique Correa: Mi vida, mi historia de Luis Álvarez V.
El poder -periodistas, políticos y hombre de negocios- es voyeur de Enrique Correa. Lo fisgonea, cuchichea sobre su mano invisible, sobre su vida privada, acerca de sus contradicciones, lo convierten en una criatura mítica, el poder hecho carne, cínico, deslumbrante.
El enigma.
Dos libros -curiosamente simultáneos- se explayan sobre Enrique Correa. “Enrique Correa: mi vida y mi historia”, una autobiografía escrita por el periodista Luis Álvarez V. Y “Enrique Correa, una biografía sobre el poder”, de los periodistas Andrea Insunza y Javier Ortega.
Gracias a ambos textos es posible delinear, en la medida de lo posible, la idiosincrasia de un actor histórico que carga en su anatomía a la UP, a la dictadura, a la transición y a la caída de la Concertación y el advenimiento de una nueva izquierda asqueada con la antigua.
En el intertanto cayó el Muro y la URSS -Correa habitó ambos, literalmente- y también colapsó la iglesia católica, otro lugar de residencia del personaje. Murió Pinochet –“usted es zorro y yo también”, le dijo el general en los 90- y la democracia liberal sufre una vejez avanzada.
Correa es la izquierda, su historia, en un hombre.
Pienso que el núcleo de la autobiografía reside en la definición de Correa sobre su filosofía de vida, su brújula: “Hacer lo que hay que hacer y hacer lo correcto”.
Entre esos dos derroteros no se abre un parteaguas, sino más bien el mar rojo de Moisés.
“Hacer lo que hay que hacer” suena a política. Lo correcto, no. Salvo que sea “hacer mi creencia”, más allá de los resultados y de las consecuencias
“El que hace política pacta con poderes diabólicos, y que quien quiera obrar el bien con la política se verá arrastrado por el mal”, escribió Max Weber.
Como toda la generación de izquierda que se amamantó de la década del 60, la biografía de Correa, en los dos libros, exhibe variados arrepentimientos. Ajustes de cuenta propios que se encarnaron en la renovación socialista que cambió sus medios y sus fines a fines de los 70.
Correa rompió con la DC, pese a que fue, junto a la iglesia, su alma mater política.
En su autobiografía, recuerda que un día cualquiera, un militante de la DC de Ovalle -Eliseo Richards- lo invitó a sumarse al partido.
“Un día nos dijo, ¿por qué no se van a inscribir todos a la democracia cristiana? El local de la DC quedaba a dos cuadras de la parroquia y lo acompañamos unos cuatro o cinco. Les traigo nuevos militantes, dijo Eliseo cuando llegamos al partido. Los de la parroquia nos reuníamos en el local........© The Clinic
