Roscio, el héroe relegado (III), por Simón García
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Una nota introductoria de Caracciolo Parra Pérez a la segunda edición de su «Historia de la primera República», 1939, parece indicar su interés en subsanar el tratamiento que le da a Roscio en ella.
Parra Pérez escribe: «Se conocen los excepcionales servicios que prestó a la República. No es posible componer la historia de la revolución sin estudiar a fondo las acciones del insigne jurista hasta 1821, época de su muerte». Es curioso, Parra Pérez sólo le acredita a Roscio su desempeño como insigne jurista, condición innegable para todos, sin reconocerle facetas como teórico de la independencia, ideólogo de la emancipación, figura de Estado o uno de los artífices de la nueva nación.
Más allá de Venezuela y la Nueva Granada, Roscio recibe una percepción más integral, en correspondencia con la internacionalización de los movimientos de independencia que ocurren en América.
La obra principal de Roscio, «El triunfo de la libertad sobre el despotismo» es más leída fuera de Venezuela. Las dos primeras ediciones, 1817 y 1821, se realizaron en Filadelfia. Las tres siguientes en México; una abreviada en 1824 impresa en la capital; la edición completa de 1828, y una tercera en Oaxaca en 1854.
Durante el siglo XIX el libro no fue publicado en Venezuela. Esa obra y otros de sus escritos se conocieron en su país natal en 1953, gracias a la compilación hecha por Pedro Grases.
Domingo Miliani denomina héroe de las ideas a Roscio. Ese es el título de su Prólogo a «El Triunfo de la libertad sobre el despotismo» firmado en 1994, la cual pasa a ser la tercera edición de esa obra en Venezuela cuando la Biblioteca Ayacucho la publica en 1996.
El destacado papel de Roscio, especialmente durante la primera República, amerita la distinción entre dos tipos de héroes, el civil y el militar. Distinción justa y obligatoria porque ambos, con herramientas y en terrenos diferentes, contribuyen a forjar una época, la de la independencia. Para........
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