Recordando a Pedro Nikken, a seis años de su partida
Su discurso, que se sostuvo siempre en la defensa de los derechos humanos y de la democracia, fue por supuesto crítico con la autoridad; sin embargo, también fue crítico con la oposición, cuidándose —en su contexto— de equiparar responsabilidades.
Hoy, Día Internacional de las Personas Defensoras de los Derechos Humanos, además se cumplen seis años de la partida de Pedro Nikken, un hombre que dedicó la mayor parte de su vida a la promoción y defensa de los derechos humanos y, desde ese lugar, a buscar caminos de entendimiento y de paz en Latinoamérica, particularmente en Venezuela.
He querido rendir homenaje a quien fuera mi padre, mediante una invitación a mirar, más que su trayectoria, la utilidad y pertinencia de su mensaje, pues es obvio que hoy más que nunca necesitamos un entendimiento para encontrar, juntos y sin exclusiones, la salida del laberinto en que nos encontramos. No en balde, desde su fallecimiento y hasta hoy mismo, muchos se acercan y exclaman: ¡qué falta hace!
De hecho, un querido amigo —suyo y mío también—, reflexionando tras la elección presidencial, confesó que lo que querría es poder preguntarle: ¿qué hacemos? En cierto modo, es fácil imaginar cuál sería su respuesta indagando en su obra, incluidas las varias entrevistas que se le hicieron, relacionadas más directamente con el conflicto venezolano.
Su discurso, que se sostuvo siempre en la defensa de los derechos humanos y de la democracia, fue por supuesto crítico con la autoridad; sin embargo, también fue crítico con la oposición, cuidándose —en su contexto— de equiparar responsabilidades.
Hoy resuena lo que expresó en una entrevista publicada en noviembre de 2019: «Debemos buscar esos caminos de entendimiento. Nosotros ya no tenemos más tiempo, el país está destruido y necesitamos detener ese proceso para revertirlo». Relacionaba esa reflexión con lo dicho en El Salvador por Schafik Handal —líder del FMLN— al sentarse a negociar con el gobierno el término de la guerra civil: «[n]osotros no estamos aquí para capitular, sino porque ustedes no pudieron ganarnos la guerra y porque nosotros tampoco pudimos ganársela a ustedes».
En otra entrevista publicada en diciembre de 2017, advirtió que «Venezuela necesita, clama, por una esperanza». Allí formuló recomendaciones que siguen estando muy lamentablemente vigentes, a comenzar por un llamado de atención, con ánimo constructivo, advirtiendo que «[e]sa idea de que una fuerza puede aplastar a otra es una ilusión».
En ese sentido, entre otras cosas, Nikken subrayó que «hay que ser muy cuidadosos con el juego de mayorías y minorías, que son necesariamente fluctuantes»; que, aun existiendo una gran mayoría de venezolanos que apoye una u otra opción política, «de todas maneras son dos polos. ¿O es que el 20% de la población venezolana es despreciable?». «Tenemos que encontrar una forma de romper la polarización haciendo balances y encontrando puntos de convergencia».
Al hilo de lo anterior, escondida entre las páginas de un libro, por azar o por «causalidad», encontré hace más o menos un año una nota manuscrita de mi padre en la que advierte que «si hay actores que se perciben como perdedores, el momentum de acuerdo puede frustrarse. Sentirse ganadores no podrá salvar a Venezuela de esta situación».
Su testimonio y reflexiones sobre el conflicto venezolano llegaron hasta el 8 de diciembre de 2019, cuando escribía el Prólogo........





















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