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Opinión: Petro al descubierto: el espejo de los tiranos y la desilusión

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26.06.2025

A lo largo de la historia, figuras poderosas han marcado el rumbo de las naciones, dejando tras de sí legados complejos. Pensemos en Alejandro Magno, el joven conquistador; forjó un imperio vasto pero sembrado de ciudades destruidas y pueblos esclavizados. Su ambición desmedida trajo consigo muerte y sufrimiento. O miremos a Napoleón Bonaparte, el estratega francés que emergió de la Revolución, dominó Europa con su genio militar, pero también fue un Tirano Megalómano que sacrificó millones en guerras por su gloria personal, imponiendo regímenes autoritarios. Estos “grandes” de la historia nos enseñan que el poder absoluto puede moldear países, pero a menudo a un costo humano terrible.

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Es crucial entender que nuestro líder actual, Petro El Asqueroso, guarda similitudes con estos personajes históricos. No solo por sus acciones y los lentos pero palpables efectos negativos de su gobierno, sino porque incluso los tiranos del pasado, en medio de su crueldad, buscaban embellecer sus capitales, aunque fuera por vanidad. Nuestro gobernante actual ni siquiera ofrece esa ilusión de grandeza.

La palabra “asqueroso” va más allá de la simple repulsión física. Proviene del latín y evoca la idea de excremento, de suciedad. En su sentido más profundo, describe algo que provoca una Profunda Repugnancia Moral, un rechazo visceral por su bajeza ética, su falta de decencia y su vileza intrínseca. Lo asqueroso corrompe el espíritu y mina la confianza. Cuando calificamos a alguien de asqueroso, es porque sus actos, sin lugar a dudas, merecen ese calificativo. Esta comprensión es fundamental para analizar la situación actual de nuestra nación bajo su liderazgo.

Nuestro país atraviesa un momento muy delicado. La ilusión de un cambio sensato y equilibrado, una mejora real que tomara lo mejor de las ideas de izquierda y derecha, combinando teoría y práctica de manera realista y posible, se ha desvanecido. Con el reciente atentado contra Miguel Uribe, una figura emblemática de la derecha, queda claro que la presidencia en 2026 no estará en el centro. Esa figura moderada, capaz de integrar las mejores propuestas de ambos espectros políticos para transformar la sociedad de manera efectiva, es hoy, para mí, solo un anhelo lejano. Esa esperanza se ha perdido.

Como feminista, ciudadana y comunicadora, asumo plenamente la responsabilidad de mis palabras. Esta columna no es un ataque gratuito, sino mi juicio basado en la evidencia y la profunda desilusión que ha generado la administración de Gustavo Petro.

Reconozco que en algún momento deposité mi confianza en él. Sin embargo, con el tiempo, comprendí que era simplemente un politiquero más. Lo que jamás imaginé fue la magnitud de su politiquería al alcanzar la presidencia. Aceptar esta realidad tuvo un costo personal significativo. Esa experiencia inicial, en la que incluso defendí su gestión del entonces procurador, hoy me impulsa a hablar con honestidad y a afirmar, desde la perspectiva que dan el tiempo y los resultados de su gobierno, que nuestro tirano moderno es, sin duda, El Asqueroso. Y a continuación, expongo mis razones.

Petro se ha revelado como un Embaucador Vulgar y un Traficante de Derechos. Las pruebas de ello se acumulan de forma vergonzosa. Las revelaciones de presuntas alianzas con criminales durante su campaña, que antes parecían chismes, hoy........

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