Terremoto del 85: 40 años, medios y tecnología
Eran las 7:19 de la mañana del 19 de septiembre de 1985 cuando la Ciudad de México se estremeció y se rompió. En segundos la rutina se convirtió en tragedia. La televisión transmitía un noticiario; la conductora llamaba a la calma en medio de una visible angustia hasta que, de pronto, la señal se fue a negros. Esa oscuridad en la pantalla fue el preludio de un silencio mucho más profundo: el de los sistemas de comunicación colapsados. Para una ciudad dependiente de la televisión como ventana al mundo, la ausencia de imagen fue un golpe adicional al miedo.
Lo que quedó en pie fue la radio. Esa mañana, y en los días posteriores, el transistor en la cocina, la pequeña radio portátil en la mesa o la unidad de radio instalada en un automóvil se convirtieron en la línea de vida de millones de mexicanos. La radio no sólo informó, cohesionó una sociedad que se erguía sobre ruinas. En sus frecuencias circularon listas de desaparecidos y de rescatados, rutas de ayuda, instrucciones de emergencia. Fue el medio que descubrió y cumplió cabalmente su misión social.
Una de tantas imágenes icónicas de esos días no provino de una cámara de televisión, sino de una voz al otro lado de un teléfono celular que, para la época, parecía un artefacto de ciencia ficción. Jacobo Zabludovsky, el periodista más influyente de la época, recorría la ciudad desde su automóvil transmitiendo la devastación en tiempo real. Lo hacía a través de un Motorola DynaTAC, un teléfono voluminoso que pesaba casi un kilo, cuya radiobase estaba montada directamente en su vehículo Mercedes Benz. Era el embrión de la telefonía móvil, un lujo para ejecutivos que mostró su utilidad como herramienta de emergencia.
Ese episodio no sólo simbolizó la cobertura de la tragedia, marcó un parteaguas en la relación entre medios, tecnología y desastres. El terremoto del 85........
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