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Las grandes ausentes

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monday

Aun cuando en el fondo de la captura del Mayo Zambada y de la entrega de 29 miembros de diversos cárteles al gobierno de Estados Unidos, bajo la extraña figura de “Expulsión”, están las más de 100 mil muertes que el consumo de fentanilo produce cada año en Estados Unidos y los crímenes cometidos por los cárteles contra agentes norteamericanos, en México no se ha dicho una palabra de los asesinatos, secuestros, torturas, desapariciones y redes de trata que están en el fondo de esos dos acontecimientos.

La discusión política y mediática en nuestro país se ha centrado en las causas y efectos que esos hechos tienen y tendrán en la agenda bilateral, pero ha omitido poner en el centro del debate a las víctimas y la dimensión de la violencia que desde hace 19 años se ha apoderado del país con la complacencia y colusión de la clase política.

La omisión es muy grave. Muestra no sólo el desprecio por las más de 500 mil víctimas de la que esos criminales y sus organizaciones son responsables, sino también la cobardía de un gobierno y de un país que se niegan a asumir que ese horror que se ha vuelto sistemático dejó hace mucho de pertenecer al orden de la delincuencia para convertirse en crímenes contra la humanidad. Discutir si en el caso Zambada se violó la soberanía del país o si ese delincuente debe o no ser tratado con el mismo rasero que otro connacional es tan absurdo (permítanme un despropósito que cuando se habla de crímenes de lesa humanidad no lo es) como discutir si........

© Proceso