Más detenidos, menos paz: la paradoja de la seguridad mexicana
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- En México la seguridad se ha vuelto un ritual. Las “mañaneras” se llenan de conferencias con gráficas de colores y cifras en ascenso o descenso, según convenga. Se muestran fotografías de presuntos criminales esposados como si la imagen fuera prueba de que el Estado recupera el control. Pero basta caminar por Zacatecas, Acapulco o Michoacán para comprobar lo contrario. Los territorios siguen en disputa, las familias viven sitiadas y el miedo se volvió rutina. Extorsiones que asfixian comercios, desplazamientos silenciosos de pueblos enteros, homicidios y feminicidios selectivos que pasan a ser una estadística más. La vida diaria se erosiona sin tregua. Véase si no.
Primero. Los titulares de ayer se quedaron en la anécdota: cómo “vivía” en Asunción un exsecretario de Seguridad de Tabasco que presuntamente resultó dirigente de un grupo del crimen organizado. Violentando el derecho a la presunción de inocencia, poniendo en práctica el derecho penal del enemigo. Sí, ese qué decide a quien se le aplica el debido proceso y a quien no, sin respetar el principio constitucional de igualdad ante la ley. El Estado mexicano entrega fotos para que se haga justicia mediática al margen de la justicia dispuesta por la Constitución. Así, el color periodístico eclipsó lo importante: ¿cómo se va a medir, con datos claros y públicos, el impacto de esa captura en la convivencia pacífica del sur del país? ¿Por qué esa fragmentación podría, en teoría, ser útil en vez de multiplicar la violencia? La captura de un líder hasta ahora no ha traído paz; ha abierto vacíos de poder, despertado disputas internas y........
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