Bioanclajes migrantes en la era de Trump
¿Sabe que el presidente Donald Trump está deportando a mucha gente? Le pregunté a Elisa, una mujer de Guatemala, de 60 años de edad, a quien conocí a inicios del 2018 en un albergue en Matamoros. “Sí, escuché, y que va a cerrar la frontera”, me respondió. “Pero tengo mucha fe en Dios de que nos irá bien y que al presidente se le ablandará su corazón”. Elisa viajaba con su nieta: una adolescente con un tumor en la cabeza que requería tratamiento. “Tengo fe en que si cruzamos ella recibirá atención médica y se recuperará”, agregó. Días después la nieta de Elisa enfermó y como sus medicamentos eran costosos, pidieron apoyo a Médicos Sin Fronteras, incluso otras personas migrantes cooperaron.
La historia de Elisa era desgarradora: en Guatemala vivía en condiciones de extrema pobreza (habitaba una choza rural y sobrevivía vendiendo leña), pasó por una desgracia familiar (su hija fue abandonada por el esposo y después murió, por eso estaba a cargo de su nieta). Durante el tránsito a la frontera norte de México, abuela y nieta sufrieron muchas penurias. Ellas no fueron las únicas: en aquel año y más el siguiente, cientos o miles de personas de Centro y Sudamérica llegaron en caravanas a esta región para solicitar asilo en los Estados Unidos. En el trayecto las extorsiones de autoridades migratorias mexicanas, de la Guardia Nacional, sin contar el peligro por el crimen organizado.
Sin embargo, el corazón del presidente Trump no se ablandó, como Elisa esperaba. Su era inició en el verano del........
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