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Insolventes mentales

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15.12.2025

En la sociedad actual, de manera inédita en la historia, los mores maiorum han perdido cualquier tipo de legitimidad, y la traditio, es decir, su entrega a las nuevas generaciones, ha sido preterida y denostada hasta quedar totalmente difuminada. Era tradición maldecir los apetitos, gustos y voluntades de las nuevas generaciones, pues, por lo general, las sociedades siempre han mirado con recelo y desconfianza las actitudes y pretensiones de quienes nos suceden. Desde Grecia hasta hoy, todo ello tiene —o tenía— su origen en la percepción de una pérdida de valores morales, es decir, en el modo de comportarse de nuestros descendientes.

Esta percepción es antiquísima: aparece ya en el siglo VII a. C. en la celebérrima queja contra los jóvenes de los Trabajos y días de Hesíodo, así como, por ejemplo, tres siglos más tarde en el pasaje Libro VIII de La República de Platón, en el que Sócrates, en diálogo con Adimanto, se pronuncia sobre los efectos de la democracia degenerada como consecuencia de un exceso de libertad:

«¿No penetrará en el interior de las familias, y al fin, el espíritu de independencia y anarquía no se comunicará hasta los animales?

—¿Qué quieres decir?

—Que los padres se acostumbran a tratar a sus hijos como a sus iguales y si cabe a temerles; éstos a igualarse con sus padres, a no tenerles ni temor ni respeto, porque en otro caso padecería su libertad; y que los ciudadanos y los simples habitantes y hasta los extranjeros aspiran a los mismos derechos.

—Así sucede.

—Y si bajamos más la mano, encontraremos que los maestros, en semejante Estado, temen y contemplan a sus discípulos; éstos se burlan de sus maestros y de sus ayos.

En general los jóvenes quieren igualarse con los viejos, y pelearse con ellos ya de palabras ya de hecho. Los viejos a su vez quieren remedar a los jóvenes, y hacen estudio en imitar sus maneras, temiendo pasar por personas de carácter altanero y despótico».

Todo lo anterior cobra hoy un sentido que sobrepasa la sempiterna queja entre las generaciones que se apagan y las que aparecen. Los disvalores de la socialdemocracia lo han anegado todo, infiltrándose desde la escuela hasta la universidad, financiados e inoculados por el Estado. El ecologismo, el feminismo, el pacifismo, la lucha contra el cambio climático, el bienestar y la integración de los ´migrantes´, el fomento de la diversidad y la inclusión, la identidad de género, el wokismo, las reivindicaciones LGTBIQ y la lucha contra la denominada extrema........

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