«La tele no miente»
Si se tiene un televisor, ¿quién necesita viajar por el mundo, escalar montañas puntiagudas, navegar ríos entre masas de tierra salvaje o penetrar en las cavernas más oscuras? Si se dispone de un buen televisor, amplio como un frontón, ¿quién necesita surcar océanos para descubrir nuevas culturas? Todo cuanto uno precisa aprender está en la tele, en esa caja tonta de ayer, en ese rectángulo planísimo de hoy, negro como un mal futuro. Toda la sabiduría del mundo, todo el conocimiento del universo florece en el abismo desnudo de una pantalla. Innumerables expertos, perfectamente acicalados, nos transmiten a través de esa ventana mágica el infinito y escalonado abanico de su erudición.
Atrincherados en el sofá de tres plazas, con las cuatro bolsas de patatas fritas........
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