Es justo y necesario el rechazo que generan Dina Boluarte y el Congreso. El amasijo de incompetencia, corrupción y encubrimiento que conforman obliga a la indignación ciudadana a existir como señal de salud moral. Cuando hay infección, hay fiebre.

Pero nuestra estima suele ser errática. Quedó vergonzantemente evidenciado durante la guerra con Chile cuando algunos limeños agasajaban a los invasores con el dedo meñique alzado. O cuando Fujimori dio el golpe de Estado y con Montesinos embarró su gobierno y al país en la criminalidad. Más del 80% de la opinión pública se puso de costado, si es que no aplaudía a rabiar. Los jóvenes, siempre se hace lejana la muerte a los 20 años, salieron a las calles a protestar contra la toma del Tribunal Constitucional y la compraventa de personas, registrada en los vladivideos, cayendo el régimen bajo un desfile de civiles y uniformados presos. Esta profilaxis generó la ilusión de la llegada de algo mejor, más sano. Los resultados ya los conocemos. Nosotros votamos por ellos, además.

Ahora, una vez más, los jóvenes se siguen creyendo inmortales, vocación inconsciente que los presenta como carne de cañón para los intereses de veteranos que cotizan........

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