Existen unos premios que reconocen la estupidez humana: los Premios Darwin. El nombre es a propósito del postulado del naturalista británico: la especie humana mejora sus posibilidades evolutivas cuando sus representantes más deficitarios se autoeliminan de la oferta genética. Eso hace macabro el premio, pues celebra a quienes tomaron decisiones tan estúpidas que acabaron costándoles la propia vida. Su sacrificio, obra de la torpeza antes que de la voluntad, merece una mención honrosa.

El golpe de Estado de Pedro Castillo fue espectacularmente estúpido. Dejó evidenciado en video su propósito de quebrar el orden constitucional sin contar con un plan para ello. Fue el equivalente a querer robar un banco usando como máscara una bolsa de plástico transparente. Felizmente, esa estupidez no costó la vida de nadie. Ni siquiera la vida lógica del pollo conceptual de Castillo, ese estado cuántico entre vivo y muerto. Pero ni así califica para mención.

Su primera ministra, Betssy Chávez, llegó con un sobretodo imitación Burberry a ornamentar el delito común de rebelión.

Castillo se quedó a seis kilómetros del asilo diplomático, detenido por su propio escolta que no pensaba........

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