Hace treinta y cinco años, el Perú aprendió a la bruta el idioma de la hiperinflación. Entendimos que los billetes pueden convertirse en papel inútil, que el ahorro se evapora y que los precios pueden subir más rápido que un cohete. No fue una clase teórica: fue un trauma nacional, una lección escrita en la desesperación de millones de compatriotas. Ese sufrimiento no debe repetirse.

Desde entonces, hemos vivido con estabilidad. Pero la estabilidad no es regalo ni herencia: es un pacto frágil, sostenido por disciplina cotidiana, memoria de lo que se vivió y responsabilidad colectiva. Hoy ese pacto empieza a resquebrajarse.

El Consejo Fiscal lo ha dicho sin rodeos: el Congreso está rompiendo la disciplina fiscal que tanto costó construir. Lo hace aprobando leyes que crean gasto y el Ejecutivo, por cálculo o comodidad, apenas objeta.

Para entender la magnitud del riesgo conviene mirar la historia internacional. Se podría........

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