El gobierno del Parlamento
El Congreso no quería vacar a Dina Boluarte, pero terminó haciéndolo. Durante casi tres años fue su aliada leal y funcional. Le permitió sobrevivir siete intentos de destitución, archivó denuncias y toleró sus excesos. Pero el desgaste fue insoportable: la presidenta se volvió un pasivo político. La inseguridad, con las extorsiones y el crimen organizado galopante, sumada a la frivolidad, la soberbia y las torpezas de la exmandataria, convirtieron su figura en el símbolo de la frustración y la ira nacional. Los sucesos de violencia del día feriado aceleraron todo. El Parlamento no la defendió más.
La vacancia fue precipitada, sin cálculo ni estrategia. Ninguna fuerza política del núcleo de la coalición parlamentaria —Fuerza........
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