Vacamos, ¿y ahora qué?
En el Perú, solemos vivir la política como una reacción. No pensamos el proceso, sino el estallido. La indignación nos moviliza —y es bueno que vuelva a movilizar, sobre todo después de afirmaciones de la expresidenta de que los peruanos ya habíamos aprendido a no hacerlo—, pero rara vez nos lleva a imaginar el día después. Vacamos, cerramos el Congreso, celebramos, pero no nos preguntamos qué viene luego.
Eso acaba de repetirse. Dina Boluarte se va tras un gobierno descompuesto, indiferente, responsable de tantas muertes y moralmente agotado. Su desconexión con el país, su desdén por la violencia y la crisis, y su frialdad ante las víctimas de la extorsión la volvieron insostenible. Las razones para su salida existían, y eran graves. Pero el problema no era solo ella. El problema —otra vez— es pensar que la vacancia basta, que un acto de indignación puede........
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