Viejo de mierda
No soporto los lugares con bulla. Si llego a un restaurante donde hay un televisor encendido encima de mí, lo apago. Si la obra de teatro me parece aburrida, simplemente me paro y me voy. No me interesa si el actor es mi amigo, menos aún si está en el “momento culmen” de su actuación: me paro y me quito. Seguro después, como siempre ocurre, vendrá la llamada de rigor diciéndome que me fui antes de que terminara la obra. “Nada, simplemente me aburrí”. Me aburro todo el tiempo de todo y siento que no tengo minutos de sobra para perder. Si la comida demora más de quince minutos en llegar, me paro y me voy. “Señor, disculpe, es que estamos con el restaurante a full y la cocina no se da abasto”… “Entonces, mejor cambien de negocio porque no están preparados para este”, y listo, nos vamos.
No soporto conversaciones que incluyan temas relacionados con la nada, el clima, Jerí, Castillo, Tilsa Lozano y lo que dijo o dejó de decir en El valor de la verdad. Lo siento, de cojudeces no hablo; me paro de la mesa y me voy. La parrillada en la casa de algún amigo machirulo contándome cómo hizo para entrar al dance club más famoso de Miami, el LIV en el Fontainebleau, y gilearse a una gringa mientras su esposa está aquí, en Lima Perú, durmiendo en paz, convencida de que su hombre ideal está en una convención de tecnología; justamente ese tipo de hazañas son las que me chupan un huevo escuchar. No me parecen ni buenas ni malas, simplemente ni me llaman la atención. Listo, nos vamos. ¿Pero por qué se van tan rápido si acaban de llegar y todavía ni siquiera sale la carne? La primera respuesta que me aparece en la........





















Toi Staff
Sabine Sterk
Gideon Levy
Penny S. Tee
Waka Ikeda
Daniel Orenstein
Grant Arthur Gochin
Beth Kuhel