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La más linda de la gente

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30.09.2025

Una vez al mes, exactamente cada 30 o 31 del calendario, mi mamá pasaba por el pasaje San Ramón, hoy conocido como la Calle de las Pizzas, para recogerme por la puerta trasera del colegio, esa que daba directo a la cancha cerrada de básquet para hacer dos cosas con el sueldo recién cobrado.

La primera: cruzar caminando desde ahí todo el parque Kennedy hasta llegar a la esquina de Larco con Shell. Sentarnos en la mesa de al fondo y pedir un club sándwich así como el de la vitrina, señor, por favor, grandote. Y para cerrar un churro relleno con manjarblanco. “No pidas gaseosa, Carlos Enrique, porque si no me va a salir muy cara la cuenta, pide agua del caño nomas”.

La segunda: “Por favor, lo que queda me lo envuelve para llevar” (siempre quedaba medio sánguche con un poco de papas fritas) y acto seguido era el turno de mi mamá. “Ahora vamos por lo que a mí me gusta”. Entonces caminábamos por la Larco hasta llegar al óvalo de Pardo, entrábamos a la derecha a la avenida Ricardo Palma, un par de cuadras de caminata hasta llegar al restaurante Liverpool, exactamente al frente del Vivaldi. “Aquí venden un pie de lúcuma delicioso que además lo hace Camucha Negrete”. Mi vieja me decía eso y como entenderán a mis cortos 9 años de edad eso me entraba por la oreja derecha y me salía por la izquierda con interés cero.

Quince años después, por esas cosas del destino, yo me convierto en uno de los personajes principales de una saga de comerciales de cerveza que duró nada más y nada menos que tres años.........

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