Carlitos afeminado
Siendo el niñito que creció con su mamá, su abuelita y sus cuatro tías (Dolores, Piedad, Encarnación y Socorro), que escuchaba todo el día música de Raphael, Julio Iglesias, José Luis Perales, Doménico Modugno y Ray Conniff, que veía en la televisión La Isla de la Fantasía, Isaura la esclava y Jacinta Pichimahuida, como entenderán, nunca hubo espacio para lo masculino en mi hábitat.
Además, peleones y pendencieros como son en mi familia materna (la paterna nunca existió), mi vieja estuvo diecisiete años peleada con su papá (es decir, mi abuelo) y con su hermano mayor (mi tío); yo recién los conocí a los 9 años. Así el escenario, las apuestas familiares no se hacían esperar. Diez a uno a que Carlitos sale maricón o mesa paga doble si Carlitos al cumplir los quince años un día aparece en su casa con una metralleta y mata a todas sus tías, incluidas mamá y abuela.
Crecí lleno de miedos: “no toques”, “no vuelvas”, “no mires”, “no hagas”, “cuidado, que el cuco te va a comer”, “no salgas a la calle, que el loco te va a llevar”, “a la droga dile no”, “con Dios me acuesto, con Dios me levanto, la Virgen María me cubre con su manto”. Me daban las pastillas amargas con azúcar y todas las noches antes de dormir dos cucharadas de agua de azahar para los nervios.
De mi casa al colegio, del colegio a mi casa. Cero contacto con los niños del parque porque son unos malandrines, contacto cero con la humanidad. Hasta que una señal levantó sospechas y activó las alarmas en mi casa: la imitación de Juan Gabriel cantando “Querida” se había apoderado de mí. Chompa roja, pantalón blanco y mismo Reyes del playback yo me sentía el ‘Divo de Juárez’.
Lo que comenzó como una humorada en la sala de mi casa a la hora del lonchecito, pan con Dorina y quequito marmoleado al centro de la mesa mientras mis tías se despanzurraban de la risa, yo, cada vez más afeminado, pulía mi parodia y no paré hasta llegar a la actuación de los Juegos Florales de fin de año en........
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