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Yes, we Kant

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28.06.2024

28/06/202428/06/2024 Estatua de Immanuel Kant frente a la Universidad de Kaliningrado.- picture alliance

El 26 de octubre del año 2001, Chante Jawan Mallard conducía su Chevrolet por las calles de Fort Worth, Texas, hasta arriba de éxtasis, marihuana y alcohol, cuando Gregory Glenn Biggs tuvo la mala suerte de cruzarse con ella. Pero Chante, sin inmutarse siquiera un poquito, siguió conduciendo como si tal cosa hasta su casa donde guardó el coche en el garaje. Pero lo sucedido aquel día no fue un atropello y fuga típico de los muchos que leemos en la prensa, ya que el desgraciado Gregory Biggs había sobrevivido al atropello y, lo que es aun más aterrador, continuaba atrapado en el parabrisas del coche de Mallard, consciente y pidiendo ayuda, cuando esta aparcó su Chevie en el garaje y decidió cerrar la puerta de su casa para desoír así las súplicas de Gregory y, probablemente, también las voces de su propia conciencia.

Chante, que era auxiliar de enfermería y tenía formación suficiente para evitar que Biggs se desangrara, decidió ignorar lo que le había hecho a Biggs y esperar a ver si el problema se solucionaba por sí solo, lo que no evitó que entrara en varias ocasiones en el garaje para comprobar si Gregory seguía aún con vida mientras murmuraba disculpas sin sentido a su víctima, pues la joven -confesaría posteriormente- se sentía responsable de la situación del hombre aunque no lo suficiente para llamar a una ambulancia o entregarse a la policía. A quien sí llamó aquella noche fue a dos de sus colegas de parranda, los primos Clete y Herbert, para que la ayudaran a retirar del coche el cuerpo del ya difunto Gregory, deshacerse de él en un parque cercano, como si fuera un objeto sin valor alguno y prenderle fuego al Chevrolet para borrar las pruebas del delito.

Por un tiempo Chante logró salirse con la suya, al fin y al cabo, Biggs no era más que una de las miles de personas sin hogar a las que nos hemos acostumbrado a ignorar, un tipo con mala suerte al que quizás nadie iba a echar de menos. Pero resultó que Chante era la peor enemiga de la propia Chante y en una fiesta se fue de la lengua cuando los invitados se pusieron a contar anécdotas divertidas del tipo yo perdí un vuelo porque me equivoqué de fecha o la primera vez que mi pareja se fijó en mi fue en una cena en la que tiré la botella de vino tinto y puse a todo el mundo perdido, jajaja. Y fue ese el momento en el que Chante pensó que se iba a convertir en el alma de la fiesta cuando contara que ella........

© Público


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