Y a ti te encontré en la calle
30/01/202430/01/2024
Dejadme que os cuente la vez que me olvidé de que era madre. En mi defensa tengo que decir que no hacía mucho que me había estrenado en eso de la maternidad, no lo digo como excusa, o puede que un poco sí. Lo cierto es que estábamos en un bar muy chulo, que por cierto ya no existe en esta ciudad que va abandonando su personalidad en aras del turismo de masas, en la presentación de una novela gráfica que yo había coeditado, y al acabar, entre las risas y las charlas, alguien propuso que nos fuéramos a tomar unas cañas a otro sitio. Y sin pensármelo dos veces agarré la chaqueta y el bolso y allí que me fui.
No había caminado más de cien metros cuando caí en la cuenta de que me había dejado a mi hija en el bar. Y aquellos cien metros que tuve que desandar puede que hayan sido los cien metros más humillantes y vergonzosos que tuve que recorrer en toda mi vida. Mientras volvía a por mi hija podía sentir en mi nuca la mirada censora de todos los funcionarios españoles y etíopes que habían decidido, y aprobado con sello y todo, que yo estaba capacitada para ser madre.
Entré en aquel bar tan chulo, ya desaparecido, humillada e imaginando a mi hija sintiéndose desamparada, abandonada. Y allí estaba ella, donde la había dejado, concentradísima porque estaba haciéndole un retrato a mi autor, y vigilada por su padre -porque, claro, también me había olvidado de que estaba casada-, toda pancha, tranquila y segura. Y me miró sonriente y me enseñó su dibujo y yo solo quería llorar y abrazarla y pedirle perdón porque por unos instantes me olvidé de que tenía una hija.
Os cuento esto, y al escribirlo siento todavía vergüenza, aunque mi hija se ríe a carcajadas cuando se lo he leído, porque creo que las madres y los padres no solemos contar estas cosas, no acostumbramos a abrirnos y sincerarnos y confesar que la mayoría de las veces vamos a trompicones y no sabemos muy bien lo que estamos haciendo y que improvisamos más que hablamos. Yo no cambiaría por nada el ser madre, pero tengo que confesar que esta ha sido, y sigue siendo, la experiencia más compleja, extenuante, dura, aterradora, contradictoria y maravillosa de mi vida. Porque también ha sido una experiencia voluntaria y buscada.
Os cuento todo esto, no porque quiera hacer un alegato a favor de las maternidades, más bien tenía........
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