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Estamos solas (otra vez)

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10.03.2025

Cuando escribí Coto privado de infancia reflexioné sobre el cuarto de estar de los hogares españoles y su vigencia en la actualidad. Supongo que en tiempos de hacinamiento rentable, ese histórico cuarto solo permanece, en el mejor de los casos, en el hogar familiar. Para el pequeño Paco, el cuarto de estar era la estancia aparentemente más hogareña. Era el lugar más caldeado de la casa, el menos sofisticado, más de batalla, pero donde las sillas y las butacas eran más cómodas, donde la mesa camilla tenía faldas envolventes y donde siempre estaba encendida la televisión. Ahí, se concentraba la vida.

Escribiendo la novela, pensando en la infancia del niño y del adolescente marica que fui, medité sobre lo valioso que hubiese sido si, en los hogares españoles, hubiera existido una habitación llamada cuarto de ser en lugar de cuarto de estar. Espacios en los que manifestar nuestras características sin miedo, en lugar de decorar estancias para que las opiniones tiranas empapelasen las paredes y las percepciones nos impidiesen ser.

En las casas españolas de los años 70 no era sencillo conjugar ser y estar. Los espacios, públicos y privados, eran de estar y no de ser. De ahí que, durante muchos años, las personas LGTBIQ hayamos estado solas. Tras décadas de lucha y reivindicación, fuimos recibiendo apoyos, muestras de empatía y solidaridad que contribuyeron a que dejásemos de sentirnos solas. Eso permitió que empezásemos a poner el ser en el centro, apuntalando nuestra identidad, para........

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