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¿Es posible en España un nuevo proyecto común?

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01.04.2024

01/04/2024 Eduardo Parra / Europa Press
14/3/2024

Este artículo se enmarca dentro del debate 'España Inacabada', promovido por la Fundación Espacio Público.

Por suerte, el poder centralizador no ha conseguido, en España, convertirnos en un país culturalmente homogéneo, como ocurrió en Francia después de la Revolución Francesa. La centralización supuso que París brilló unos años como capital del mundo, absorbiendo todo el potencial creativo del resto de Francia; pero ello creó el vacío cultural del entorno, la gravitación sobre un único punto, la pérdida de culturas y lenguas diversas. Que, cuando París fue destronada, no pudieron ya ser revividas, a pesar de diversos intentos en algunas de sus regiones.

España tuvo otro desarrollo que permitió mantener la diversidad; la revolución industrial no se produjo en el centro, sino en zonas periféricas. Ello fue debido al predominio, en la zona central, de unas élites conservadoras que trataron de mantener su poder imponiendo su dominio a las burguesías periféricas nacientes, que en aquel momento representaban el progreso. La historia de nuestro siglo XIX es en gran parte el resultado de estos enfrentamientos; la II República, la guerra y la postguerra marcan la culminación de los conflictos, que ya no eran leídos únicamente como un enfrentamiento de clases sino también como un choque entre culturas y regiones diversas. El resultado es conocido, y ha pesado como una losa sobre el siglo XX español: el triunfo de la élite centralista apoyada en un entorno campesino empobrecido, esquilmado también de sus recursos humanos más innovadores, impidió durante años la modernización económica y cultural de nuestro país.

Las consecuencias de la modernización neoliberal

Sin embargo, durante los últimos años del franquismo y sobre todo primeros de la democracia, muchas cosas fueron cambiando; Madrid ya no es la capital provinciana dominada por unas élites retrogradas apoyadas en la Iglesia y el funcionariado. Se ha convertido en una ciudad europea potente, con un desarrollo económico notable; el PIB de Madrid sobrepasa al de Cataluña desde 2018; lo mismo sucede con la renta per cápita, con una brecha creciente entre ambas comunidades. Es decir, Madrid es ahora el motor económico de España, aprovechando las ventajas de la capitalidad y el predominio de la economía financiera sobre la industrial propio de los procesos de globalización. Y ello ha supuesto también un cambio en la composición social de la población y en las mentalidades.

Todo ello implica que los........

© Público


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