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Descifrando a Martí con Pedro Pablo Rodríguez

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11.09.2025

Conocí a Pedro Pablo Rodríguez, en el tránsito de los 60 a los 70 del siglo pasado, hablando de José Martí. Enseñaba en el curso sobre Pensamiento Revolucionario Cubano en el Departamento de Filosofía de la UH, y no llegaba a los 25 años, pero ya podía dictar una clase completa, como si la estuviera leyendo, con frases que se iban desplegando en largos periodos, articulando facetas del pensamiento martiano, su acción política, sus visiones e interacciones con Cuba libre, en un estilo muy personal que recordaba de cierta manera al del Apóstol.

A los estudiantes de aquel curso de instructores de Filosofía, algunos mayores que él, nos encantaba escuchar a Pedro Pablo, ameno y simpático con todos los que entrábamos en la selva de los textos martianos siguiendo sus pasos.

Ha sido director de la edición crítica de las obras completas de Martí, colmado de premios nacionales como historiador, investigador de ciencias sociales, de estudios culturales, maestro y periodista, oficios que ha ejercido toda su vida. Y sigue siendo el joven erudito que se hace preguntas y convida a despejar capas sucesivas de la obra y el pensamiento martianos, que en su compañía, se revelan casi insondables y, en buena medida, sorprendentes.

Lo fui a ver a la azotea cerca del Malecón de La Habana, donde ha vivido siempre, en una especie de buhardilla por donde hay que caminar entre pilas de libros, folletos, carpetas y el reguero propio de la creación intelectual.

Yo aparecí con mi jolongo de preguntas sobre lo que quiso decir Martí en aquel discurso en el Liceo cubano de Tampa, grabado en nuestra memoria cultural y política. Y se las hice durante dos horas. De manera que aquí voy a extractar el núcleo de nuestra conversación extensa, que pronto publicaremos íntegra en la revista Temas.

Pedro Pablo, se cita una y otra vez la frase “Con todos y para el bien de todos”, pronunciada en un discurso y en un contexto político determinados. ¿Cuáles son? ¿Cómo tú la interpretas dentro de ese contexto, y a partir de tu dominio de la obra y el sentido del discurso de Martí?

Lo primero es que Martí emplea mucho la imagen, lo cual es una forma de comunicación muy importante tanto en el plano escrito como oral. Sus discursos buscaban una idea central, a lo largo de su labor al frente del Partido Revolucionario Cubano, consistente en conseguir la acción mayor posible de cubanos que apoyen la idea de la independencia; y sobre todo, que la apoyen mediante la lucha armada, una salida difícil, dolorosa, pero que como Martí decía, era la única que dejaba España.

Pero a veces algunas personas la convierten en un lema cerrado. Y por lo general, Martí no trabajaba con lemas cerrados; sino trata de dar distintos ángulos de cualquier asunto que estudia. En sus discursos está más extractada la idea que cuando escribe artículos. Aunque los discursos también eran, por lo general, escritos previamente. Pero los textos que publica en Patria en esos mismos años se caracterizan por una claridad meridiana, en sus puntos de vista y en las ideas centrales que quiere dar, aun cuando esté usando imágenes. Y esto lo hace con un estilo literario, muestra de su gran capacidad como escritor y pensador, para manejar ideas, hilándolas de una manera muy inteligente y usando muy cuidadosamente las palabras.

No podemos olvidar nunca que Martí fue no sólo un gran escritor, sino sobre todo un gran comunicador, que supo utilizar esos dos medios, la prensa escrita y el encuentro con las personas, el discurso frente al público, de un modo que nunca dejó caer los recursos literarios, para poder ganar el apoyo de quienes lo estaban escuchando.

¿Y qué pasa con “Con todos y para el bien de todos”? Como lema, tiene un gran alcance, al afirmar para el bien de todos. Como han observado algunos otros estudiosos de Martí, esto no quiere decir que él pensara que un ciento por ciento de los cubanos iban a aceptar el proyecto de República que él estaba presentando.

“Con todos y para el bien de todos” se refería a que no sería la Cuba de la oligarquía colonial ni la de las oligarquías latinoamericanas. Que no sería la Cuba dominada por un país extranjero y una monarquía, España, sino que su propio pueblo elegiría a quienes estarían al frente de ese estado independiente, y al mismo tiempo habría una representación de los diversos sectores nacionales.

No caben dudas de que Martí no hizo una guerra abierta contra la burguesía cubana; pero, cada vez que pudo, dio un toque negativo a la que colaboraba con la metrópoli, que lamentablemente fue la mayoría. Aunque hubo quienes no lo hicieron, sobre todo entre la gente más joven.

De un modo u otro, la guerra de 1895 demostró que muchos de ellos se dejaron llevar por el espíritu patriótico, como gente joven al fin y al cabo. Y, por supuesto, llega un momento, en el medio de aquella contienda, en que la guerra ya era un mal tan grande para la propia burguesía hispanocubana, que empezaron a ver de qué manera acababan de resolver el problema y se la quitaban de arriba, porque estaba afectando a todos los sectores de la economía nacional. Que ya venía afectada desde antes, porque quien controlaba los recursos de Cuba era el gobierno español, y entonces, con más razón, los gastaba en la defensa de su dominio.

¿Al que más ha sufrido en Cuba por la privación de la libertad le tendremos miedo, en el país donde la sangre que derramó por ella se la ha hecho amar demasiado para amenazarla? ¿Le tendremos miedo al negro, al negro generoso, al hermano negro, que en los cubanos que murieron por el ha perdonado para siempre a los cubanos que todavía lo maltratan? Pues yo se de manos de negro que están más dentro de la virtud que las de blanco alguno que conozco: yo sé del amor negro a la libertad sensata, que sólo en la intensidad mayor y natural y útil se diferencia del amor a la libertad del cubano blanco: yo sé que el negro ha erguido el cuerpo noble, y está poniéndose de columna firme de las libertades patrias. Otros le teman: yo........

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