Las ruinas de un parque habanero, y un viejo cañón dando guerra en la manigua
Mirando las fotos del Parque Villalón, en el Vedado, recordaba las muchas veces que pasé por allí en mis años universitarios. En una esquina, el Teatro Amadeo Roldán; en la otra, la casa de Máximo Gómez.
Cada vez que he vuelto a La Habana, me acerco a ese lugar en busca de mis propios fantasmas. Merodeo el parque atraído por la figura de José Ramón Villalón, deseando encontrármelo. Recorro sus columnas, raspando en busca de trozos de su memoria para convertirlo en personaje literario. Un día incluso toqué el timbre de la casa donde supe que había vivido, frente al parque.
Qué podría decir de esas ruinas Eusebio Leal, a quien un día pregunté por Villalón y, para mi sorpresa, supe que eran parientes. Ahora solo ánimas pasean entre los escombros: damas y caballeros del ayer que observan, ensimismados, el descalabro.
Un niño atraviesa lo que alguna vez debió ser césped; una señora que regresa de buscar el pan ya ha olvidado que el parque se llama Gonzalo de Quesada y Aróstegui, el patriota amigo de Villalón, como dejó escrito un descendiente en documentos fáciles de hallar en internet, entre ellos el titulado El libro de los Wilson.
No hay perdón para la memoria, y esta se aferra a la melancolía. Imagino que, para quienes crecieron en los alrededores del Parque Villalón, para quienes guardan recuerdos ligados a cada banco o a cada planta, debe de ser dolorosa la destrucción, el basurero, el olvido.
La desidia abre paso a la desmemoria, y esta carcome como el salitre lo material. La ruina podría volverse polvo un día, y no dude usted de que ese polvo termine sepultado por una moderna construcción, quizá pensada para turistas que tal vez nunca lleguen, o para millonarios que ya se forjan a la sombra de la burocracia, de la ideología, de los fantasmas de la historia.
Pero, qué hay con José Ramón Villalón. Para mí fue una sorpresa conocer que había sido el creador de una pieza de artillería utilizada durante la guerra de independencia. Tal vez Juan Padrón tomara de él para su personaje Oliverio, el inventor de la historieta Elpidio Valdés.
Seguramente Oliverio encarna a los muchos inventores que participaron en nuestras contiendas independentistas, entre ellos el ingeniero José Ramón Villalón. Al sumergirme en su historia, mientras ataba cabos y evocaba personajes y momentos, los hechos reales se fueron mezclando, licuándose en mi imaginación. Así, también a ustedes les comparto fragmentos de lo que compuse sobre la vida de este hombre: patriota, fundador, sangre de nuestra sangre nacional.
El cañón neumático de........
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