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La carta de Jacques Cousteau tras quedar atrapado por pulpos de ojos de esmeralda

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22.08.2025

La insaciable necesidad de encontrar entretenimiento en una pantalla y la curiosidad perpetua que genera la naturaleza lograron que entre julio y agosto unos 18 millones de personas siguieran por Youtube la transmisión en vivo de la expedición “Underwater Oases of Mar Del Plata Canyon: Talud Continental IV”, realizada a bordo del buque R/V Falkor (too) del Schmidt Ocean Institute.

El objetivo era explorar la diversidad y distribución de las comunidades del fondo marino en uno de los cañones de aguas profundas más grandes de Argentina. Como resultado preliminar, unas 40 especies han sido descubiertas.

Los méritos de la expedición representan en sí mismos un hito, ya que —según dio a conocer el Schmidt Ocean Institute— tuvo como objetivos iniciales mostrarle al mundo los efectos nunca vistos de dos poderosas corrientes convergentes en el Cañón Submarino de Mar del Plata. Pero al escuchar las noticias pensaba yo en aquel célebre oceanógrafo, inventor y promotor marino que fue el francés Jacques Cousteau (1910-1997).

Cousteau desplegó su leyenda a base de sensibilidad, perseverancia, franqueza y creatividad, condiciones que le permitieron concretar cada uno de sus esfuerzos: fue un ferviente inventor e hizo notables aportes al submarinismo y a la promoción audiovisual del medioambiente cuando todavía no era moda y cuando no hacía falta sabotear una obra de arte para llamar la atención del mundo.

Por el contrario, su trabajo se fue conformando a base de discreciones. Su reconocimiento llegó a revelarnos el valor del mundo sumergido al que debemos la vida y al que él había llegado casi por casualidad, impulsado por problemas de salud durante la infancia y por un accidente automovilístico después.

No sólo realizó materiales cinematográficos y televisivos para mostrarnos los ecosistemas marinos, sino que además Cousteau escribió libros cargados de la magia que puede contener cualquier buen texto de ficción. He podido encontrarlos en librerías porteñas y siempre que hojeo alguno recuerdo........

© OnCuba