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Crónicas pineras: Volver a la Isla de la Juventud

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16.10.2025

Este es el primero de varios textos sobre nuestro viaje a la Isla. En ellos mostraremos lo que vimos allí; no hablaremos de la realidad cotidiana de los pineros, solo recrearemos en textos y fotos la experiencia de un viaje de 15 días lleno de emociones, de reencuentros con la memoria familiar. Un viaje de descubrimiento y amor, una suerte de novela de aprendizaje en la que nuestros hijos vieron muchas maravillas.

Escribo llena de gratitud y pido prestado ese “sentir pinero” para hablar de la Isla y su gente.

Yo pude haber nacido en Santiago de Cuba, pero nací en la Isla de la Juventud. Hace 37 años, mi mamá me sacó del hospital Héroes del Baire, envuelta en un trapito blanco. Tenía la cabecita perfectamente redonda, típico de los bebés que nacen por cesárea.

Dicen que los niños de parto natural son más fuertes y resistentes, por todo lo que tienen que luchar en el canal de parto. Creo que yo me hice fuerte desde antes de nacer, porque mi mamá se metía en los toronjales conmigo en la barriga. Y cuando tenía como dos o tres años, me llevaba a las vaquerías donde ella tenía que dirigir brigadas de jóvenes militantes.

Mi mamá llegó a la Isla en el año 1975 y mi papá en 1981; como tantas personas en aquella época, fueron a entregar a esa tierra hermosa todo su entusiasmo y su amor a cambio de una casa nueva, en una Isla joven. Pero ese trueque no fue tan simple, pues la Isla no solo les dio casas a muchos jóvenes de diferentes partes de Cuba que fueron a trabajar allí. A mis padres les dio la posibilidad de enamorarse en un contexto en el que todo parecía posible. La Isla les regaló el sueño de que la Revolución era el camino hacia la felicidad.

Mis padres se hicieron maestros allí, se casaron y soñaron conmigo desde el primer día en que se besaron tímidamente en el balcón. Trabajaron muchísimo, día y noche, todos los días de la semana. Pero aún les quedaba tiempo para amarse y así me engendraron, entre reuniones de la UJC, trabajos voluntarios, marchas, actos culturales, vaquerías, escuelas internacionales, programas de radio y mucha gente buena que nos acogió como familia.

Me fui de la Isla a los 5 años y nunca había regresado. Este verano planificamos un viaje familiar. Nos embarcamos en el Ferry Perseverancia: mi esposo Jorge, mis hijos Diego y Oliver, y yo. Aunque solo nosotros íbamos a cruzar el mar, llevábamos un “plan de trabajo”........

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