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Tráfico de valores

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Cada vez que veo en las gasolineras las largas filas de camiones, autobuses o volquetas esperando que llegue la cisterna para descargar diésel, me acuerdo de la experiencia que tuve hace un par de años cuando viajé a Perú por tierra, en una “flota” de las que todos los días cruzan la frontera del vecino país. 

Apenas pasamos los controles de aduana en Desaguadero, el chofer paró en un taller de mecánica y desde la ventana pude ver cómo colocaban una manguera y vaciaban el contenido del tanque en turriles. Seguramente dejaron en la reserva el combustible mínimo para que pudiera regresar desde Puno a territorio boliviano. No sé si ese vehículo con pasajeros tenía un doble tanque con más capacidad, pero sí estoy seguro de que no era la primera vez que hacía contrabando de diésel. Todo estaba meticulosamente organizado y en menos de diez minutos ordeñaron el combustible de la flota. Ningún pasajero rechistó, probablemente todos ya acostumbrados a esas prácticas dolosas que yo atestiguaba por primera vez

Hagamos el cálculo de lo que representa en cantidad de litros esa práctica, si todas las flotas hacen lo mismo (y seguramente lo hacen). Estos buses atraviesan la frontera cada día, de modo que el contrabando es permanente y como nadie controla cuando regresan a Bolivia, los buses hacen de nuevo la fila de diésel y otra vez se lo llevan de regreso a Perú o a Chile, paradójicamente a los países donde compramos el carburante a un precio........

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