Blues del ventilador
En un rato que mi dueño –o lo que sea– se ha marchado a la calle, me he apoderado del ordenador portátil que se ha dejado encendido. Quiero escribir este relato de mis sinsabores y dejar saber a España entera (en mi nombre y en el de todos mis compañeros) la frustración que sentimos por la falta de reconocimiento por los servicios que prestamos. Y también reclamar que se dignifique nuestra función. Particularmente, en estos días de tantas horas de trabajo. Y es que uno se siente a veces como el pobre hámster que también tienen en la casa: venga a dar vueltas a la noria para no llegar a ningún sitio. Triste destino.
Ni siquiera un contrato de fijo discontinuo que me cubra en los meses que estoy a tope. Ya sé que luego me dejarán olvidado en el trastero durante meses; solo y muerto de asco.
Ocasionalmente, me piden trabajos delicados. O ¿qué es lo que hacen los de........
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