De riadas, Arazuri y sus escritos
Hola personas, buenos días y feliz domingo. Esta semana traigo a colación dos pamplonadas bien dispares, una de rabiosa actualidad, la otra atemporal.
La primera es obligada en esta semana, contaré en cuatro líneas el pequeño paseo que me di el martes para ver el espectáculo que ofrecía el río. Para verlo bajé a la Magdalena que es un poco el espacio en el que hay de todo. Hay una presa, que remansa el agua en avenidas calmas y la embravece en corrientes desbocadas como la del otro día, hay un molino, el de Caparroso, que se ve rodeado de agua por sus cuatro costados, hay arboleda, que se cubre de una corriente que discurre, veloz, entre chopos, hay huertas, que se ven anegadas para desesperación de los hortelanos, hay unas pasarelas, que desaparecen bajo el manto inmisericorde de las aguas, sigue habiendo, estos nunca fallan, familias enteras de patos que, inexplicablemente, son capaces de nadar contracorriente, hay un puente medieval, que en estas ocasiones ve como pasa el río por todos sus ojos, incluidos esos pequeños que son precisamente para eso, para liberar presión tras los tajamares, y hay espectadores, muchos, que móvil en mano no se quieren perder ese espectáculo que año tras año nos ofrece nuestro Arga. Recorrí el lugar por la margen izquierda, la derecha estaba totalmente inundada y subí al punto alto del puente de la Magdalena que me ofreció atalaya desde la que divisar en conjunto todo lo que había que divisar. No fue riada histórica, se han visto mucho mayores, pero, en cierta medida, la naturaleza nos volvió a mostrar su poderío. Y es mucho.
Para entrar en harina del segundo tema que trataremos hoy he de hacer un preámbulo. En el ERP........
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