De pasos, ruinas y campanas
Hola personas, antes de nada, desearos a todos un feliz verano, que la canícula nos sea benigna, los ratos de asueto muchos, las fiestas del pueblo inolvidables, las vacaciones largas, los amores intensos y la cartera sin fondo. Con esos mimbres el buen canasto está asegurado.
Hoy he de continuar con el paseo de la semana pasada, pero antes he de felicitarme, con perdón, y felicitaros a vosotros, mis fieles paseantes, porque a todos nos afecta, y es que el pasado día 19 se celebró el Día Internacional del paseo.
Bien, dicho todo lo anterior, continuaremos donde lo dejamos la semana pasada. Habíamos recorrido la castiza calle Dormitalería y nos habíamos quedado a la altura del número 34. Volveremos para atrás para hacer mención de un local importante en la vida social pamplonesa, me refiero a la sede de la Hermandad de La Pasión, en el número 13, con su gran portalón, tras el cual se custodian los pasos que por él salen a la calle en Semana Santa los días en que son procesionados por las calles de la vieja Iruña. Durante esos días la calle cambia su secular silencio por la algarabía que causan miles de pamploneses que se acercan a la sede de la Hermandad a ver esos pasos que, sin ser tan artísticos como los que se dan por otros lares con más tradición imaginera, son los nuestros y a los fieles de esta tierra les gustan y los visitan con devoción.
Frente a la puerta procesional se abre la bajada de Javier, modesta calle dedicada al patrón de Navarra. Digo yo que algo de más empaque en el callejero pamplonés ya se merecía el chico de los Jaso ¿No? Siguiendo mi camino hacia la Catedral, antes de los dominios eclesiásticos, paso junto........
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