Reparar el daño que causó ETA
Por mucho que nos repitamos que ETA anunció su final hace seis años, sus consecuencias no desaparecerán de la noche a la mañana. Aunque queramos, no podemos poner el contador a cero porque el impacto de la violencia lo seguiremos arrastrando durante décadas. Las ausencias y los heridos nos siguen marcando y nuestra convivencia ha estado determinada por el autoritarismo de quien justificaba políticamente el matar. Lejos de haberlo superado ya, después de la barbarie queda todo por repensar.
En los encuentros sobre el terrorismo de ETA en los que participo con alumnos de secundaria hay una pregunta que se repite en cada debate: el perdón. En ese momento, creo que no solo se están preocupando por una iniciativa individual que debe partir del ejecutor, sino que con esa pregunta pretenden intervenir en el modelo de convivencia que estamos construyendo. Paradójicamente yo les hablo del pasado y ellos piensan en el futuro. En realidad, de eso se trata.
Ese perdón, ese reconocimiento sincero del injusto daño causado, más que con lo religioso conecta con una memoria reparadora. Porque la sociedad espera del ejecutor una reparación social que va más allá del reproche penal, que no solo tiene que ver con el hecho delictivo, sino sobre todo tiene que ver con la responsabilidad hacia el nuevo tiempo que se pretende construir.
En el camino de la convivencia, libre ya de tutelas violentas, quienes optaron por la violencia como........
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