Entre la reivindicación y la insensatez
Estaba claro que esta última vez Pedro Sánchez se iba a encontrar con un regalo envenenado. Había logrado, sí, la mayoría absoluta una vez más, pero era de temer que le esperaba una legislatura complicada. Arriesgó Sánchez, fiado de su buena fortuna, y aceptó seguir gobernando entre sobresaltos. Siete votos sumó Junts per Cat, siete votos que fueron de oro porque eran precisamente los que necesitaba Sánchez para gobernar. Ni en sus mejores sueños hubieran esperado los soberanistas catalanes de Puigdemont llegar a ser tan importantes. Pongamos que por el puro afán de permanecer en el poder o por el temor a una alternativa de derecha extrema y extrema derecha, entre unos y otros otorgaron a los restos de la antigua CiU la vara de mando.
Independientemente de que se considere justo reconocer que las condenas........
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