María Fernanda Cabal, camino a la presidencia
La necesidad de elegir bien al próximo presidente de Colombia, es superlativa, y, además, decisiva para salvar la democracia, recomponer las instituciones republicanas, restituir la seguridad, imponer el orden y redimir la economía.
A menos de nueve meses de terminar el remedo de gobierno Petro, la situación que afronta la nación es grave y caótica, y así lo evidencian la mayoría de indicadores sociales y económicos, y, los que no son adversos, responden a las respuestas naturales del mercado, como es la reducción de la inflación como resultado de la contracción de la demanda, fruto de la inestabilidad legal, la inseguridad jurídica, la incertidumbre y la zozobra que nos agobia.
En materia de seguridad, situación no puede ser peor; en vastas zonas de la geografía nacional se perdió la gobernabilidad, y en ellas, el Estado fue sustituido por grupos terroristas, organizaciones criminales y bandas delincuenciales.
La llamada “Paz Total”, no ha hecho nada distinto a promover y aumentar la perversidad y la villanía. Colombia, gracias a las dislocadas ocurrencias de Petro, está asolada por la barbarie, asediada por grupos narco terroristas y sitiada por la delincuencia. Pareciera que a Petro le conviene que se entronice la anarquía, como estrategia para intentar perpetuarse en el poder o para cederlo a uno de sus obsecuentes alfiles.
A su vez, la corrupción campea, y ahora, es más voraz, insaciable y desvergonzada. Si bien Colombia ha padecido este cáncer desde tiempo inmemoriales, durante el actual gobierno, se han sobrepasado todos los límites imaginables.
El derroche, los abusos y las indelicadezas de Petro y de sus corifeos, en materia de gasto y oscura contratación, es insuperable, y solo comparable con la de un dictador. Entre tanto, los órganos de control, en especial la Contraloría General, se mantienen silentes o desentendidos.
En el campo, el aumento de cultivos ilícitos es descomunal, así como de producción de narcóticos. Colombia se convirtió en un frondoso vergel de coca y en interminable cadena de factoría de narcóticos.
La seudopolítica ambientalista de Petro, contrasta con la deforestación de selvas, bosques, reservas naturales y parques nacionales, a causa del aumento exponencial de cultivos ilícitos, al igual que, con la multiplicación de laboratorios de cocaína que vierten precursores y desechos químicos letales en los lechos de los ríos, así como con su indolencia, ante la voladura de oleoductos y el derrame de petróleo que aniquila especies vivas y contamina el agua de la que luego muchos ciudadanos se sirven.
Pero peor aún, el anuncio de Petro de comprar las cosechas de hoja de coca, lo que no es........





















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