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El déficit moral inocultable de Milei: La Libertad Avanza… hacia atrás

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08.09.2025

Escribo antes de saber el resultado de las elecciones en la provincia de Buenos Aires y a mes y medio de las elecciones de media legislatura que debería mejorar la escasa presencia parlamentaria de La Libertad Avanza. Y deseo un gran resultado para Milei, porque ha hecho en menos de dos años cosas realmente impresionantes, que destruiría la vuelta del peronismo. Sin embargo, la extraordinaria imagen internacional del presidente argentino, sobre todo en la derecha española, se está deteriorando vertiginosamente.

Y no es extraño: las últimas noticias del gobierno Milei se parecen tanto a las del gobierno Sánchez que parecen su eco ultramarino. Lo peor: desde esta semana rige en Argentina, a instancias del Gobierno y gracias a un juez corrupto la censura previa para hablar de Karina Milei, algo que no ha conseguido, sí intentado, Sánchez para hablar de Begoña. Si eso son las ideas de la libertad, que vengan Hayek y Benegas Linch, y lo vean. Y ante esta ley despótica ningún liberal del mundo puede callar, que sería otorgar.

Tal vez nadie en España ha apoyado tanto a Milei como nosotros, el Grupo Libertad Digital y yo mismo, que pedí el voto y auguré su victoria en las elecciones presidenciales en el artículo "Sólo un loco puede creer que Argentina tiene remedio".

Celebramos su éxito y el de Victoria Villarruel, a la que hace muchos años dimos la primera, si no la única oportunidad de dar a conocer su lucha contra la impunidad del terrorismo rojo de los 70 en su libro "Les llamaban "jóvenes idealistas". Ningún medio español está contando los éxitos económicos de Milei tanto como el Grupo Libertad Digital. Ni lo ha agradecido nunca, ni nos ha dado siquiera una entrevista. Pero nosotros apoyamos ideas, no gestionamos prebendas. Y nuestro compromiso es de orden moral: defender la libertad, incluso contra Milei.

Me he encontrado con él dos veces, en la entrega de los dos premios mayores del liberalismo español: el Juan de Mariana y el Escuela de Salamanca. Los dos los he ganado hace unos años, lo voté en el primero y lo acompañé en el segundo, sentado detrás de Karina Milei. El espectáculo del primero fue algo grotesco, un festín maoísta de culto a la personalidad, y el segundo, peor, por la distancia que imponía su séquito a los idólatras locales, algo difícil en el escenario entrañablemente reducido del Centro Riojano. Cabe matizar que Milei tenía fiebre e hizo el esfuerzo de hablar. Menos matizable era el aparato presidencial, entre faraónico y mesiánico. Milei hizo un largo discurso sobre los complejos equilibrios del Banco Central, al que asentía Pedro Schwartz, sorprendido luego por los insultos feroces contra los economistas, sí, a bulto, y los periodistas, en general. No era el Milei impetuoso, sino un césar rencoroso vejando a la plebe indocta.

Bastaba recordar, con los últimos datos de la economía argentina, el error teórico y político de los que no creían que las ideas de la libertad funcionarían con Milei al Gobierno, y vaya si funcionaban. Pero Milei ya no buscaba nuevos adeptos, como antes, sólo ridiculizar a viejos enemigos. Le aplaudían a rabiar, pero de un año a otro, Milei había cambiado: el loco académico era líder despótico, los rugidos eran afónicos, mecánicos, de compromiso. Del grito ritual se aplaudía el "carajo" más que la libertad. La impresión, ante Karina y el séquito, era que sacaban al león de la jaula para el público fiel y luego lo devolvían a la celda para lo suyo: hacer números.

Lo que no valora Milei es que lo más importante de su presidencia, con serlo mucho, no es lo........

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