Bolivia: entre el colapso económico, la crisis política y la incertidumbre del mañana
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A pocos días de las elecciones nacionales, el estrés del boliviano se puede resumir en tres angustias cotidianas: cómo hacer rendir ingresos que ya no alcanzan para cubrir la canasta básica, cómo conseguir gasolina o diésel para poder movilizarse, y en qué candidato depositar —aunque ninguno convenza— la esperanza de que la política pueda ofrecer una salida real al colapso económico y a la incertidumbre.
Otro drama igual de urgente es la ausencia de dólares, una situación que afecta tanto a importadores, que no pueden pagar insumos en el extranjero ni cumplir con pagos mínimos con sus proveedores, como a cualquier ciudadano que, prácticamente, no puede programar un viaje al exterior o pagar servicios hoy ya esenciales como las plataformas de streaming (Netflix). Y no hay dólares porque al Banco Central de Bolivia se le fueron acabando las reservas internacionales. Para dar una idea: en 2014, las reservas en divisas llegaban a 13.462 millones de dólares; para 2022, cayeron un 94,7%, quedando en 709 millones. Hoy, aunque la cotización oficial se mantiene en Bs 6,96, la especulación está a la orden del día. Esta crisis cambiaria iniciada a comienzos de 2023 se ha intensificado en 2025, con el dólar paralelo cotizando entre Bs 15 y 18 por unidad, y con señales de que seguirá en aumento.
Por supuesto, el impacto ha sido directo en el poder adquisitivo y la calidad de vida de los bolivianos; todo está más caro, hay menos oferta, especialmente de productos importados como tecnología, repuestos y medicinas. Además, la consecuencia inmediata e inevitable de todo este deterioro es la inflación, el........
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