La radicalización del mundo
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Como cualquier otro que ha dedicado parte de su vida a Medio Oriente y sus tangentes, los radicalismos y sus peores expresiones me han sido habituales. En general, en el mundo no somos nuevos hacia estos asuntos. Gobiernos, grupos o entidades no estatales inflaman sus discursos, luego sus acciones. Se construyen para sí mismos algo parecido a una utopía, por definición excluyente, y actúan seguros de la obligación de defenderla. Lo hacen, en el mejor de los casos, con simples expresiones hacia su enemigo hasta que, eventualmente, algunos individuos o grupos de individuos apuestan por sus manifestaciones violentas, de la agresión directa a pequeña escala hasta el terrorismo.
En 2001 vi una parte de esa lógica, si se quiere llamar más inofensiva, aunque igualmente detestable, al impactar el primer avión contra las Torres Gemelas en Nueva York. Recuerdo comentarios a los que no supe responder cuando detecté regocijo en quienes festejaron con ligereza, sin saber aún el desenlace, que Estados Unidos fuese atacado de semejante manera. Supongo que cierto aprendizaje quedó para los siguientes años y una dosis de pudor contuvo posturas equivalentes con el 13M español de 2004, el 7/7 londinense de 2005 o en la década siguiente con la serie de atentados de Daesh en Europa.
Alrededor de esos años, muy poco tiempo después de que la guerra en Siria y el desastre de la guerra en Irak salieron de Medio Oriente, la agresión a comunidades árabes y musulmanes creció. La antinmigración se estableció con más fuerza que antes como parte del discurso político y promesa electoral. Donald Trump entró a la conversación política estadounidense en los términos que conocemos y el Reino Unido fue avanzando hacia su salida de la Unión Europea. En........
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