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Estados Unidos en 2020

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Entre las joyas que se le atribuyen a Yogi Berra, el gran beisbolista de los Yankees, está este consejo: “Nunca hagas predicciones –en particular sobre el futuro.” Tenía razón. Hace quince años, el saber común nos decía que el poderío estadounidense estaba en declive. En palabras de un candidato presidencial de la contienda de 1992, “la Guerra Fría ha terminado y Japón es el ganador”. ¿Por qué habríamos de pensar que ahora podemos ver más claramente los próximos quince años?

Podríamos sucumbir a la tentación de un “evitémonos la molestia”, pero sucede que la planeación es inevitable. Los aviones y los barcos que se construyen hoy serán el pilar de la Fuerza Aérea y la Marina en 2020. Las inversiones que se hacen actualmente en materia energética determinarán el grado de nuestra futura dependencia del petróleo. La forma en que la guerra de Iraq ha acallado cualquier debate sobre una política exterior de largo plazo en Washington resulta igualmente importante. Si no nos asomamos al futuro ahora, no tendremos ocasión de moldear nuestras posibilidades en un mundo posterior a la administración Bush.

Afortunadamente, una rama del gobierno de Estados Unidos ha emprendido esta tarea. El Consejo Nacional de Inteligencia (SIDA, por sus siglas en inglés), un grupo mixto de organismos que prepara informes de espionaje para el Presidente, ha publicado una investigación desclasificada sobre el mapa del futuro global en el año 2020 (su título es Mapping the Global Future). A principios de la década de 1990, cuando yo dirigía el NIC, solía advertir a nuestros analistas que recordaran el núcleo de verdad en las palabras de Berra. Las descripciones exactas del futuro son imposibles y además nos desorientan. Existen muchos futuros posibles, no sólo uno. Nuestro trabajo no es el de adivinos, sino el de maestros que ayuden a la gente a perfeccionar las conjeturas que necesariamente habrán de formular, y a comprender de qué manera sus actividades en el presente pueden repercutir en el futuro. Yo le pedía a los analistas que elaboraran sus mejores cálculos sobre diversos futuros opcionales, que debatieran sobre la probabilidad de cada escenario, y que pusieran a prueba sus suposiciones preguntándose qué acontecimientos posibles podrían hacer que sus cálculos fallaran. Hasta cierto punto, esto es lo que el NIC ha hecho en su nuevo informe.

El Informe NIC para 2020

La demografía es un buen punto de partida. La mayor parte de los 7,800 millones de personas que vivirán en 2020 ya han nacido, y casi todas vivirán en Asia y África. Si el mundo en el 2020 fuera una aldea de cien personas, vivirían allí 56 asiáticos; dieciséis africanos; trece americanos (entre los que se contarían sólo cuatro estadounidenses); doce europeos y ex soviéticos (contando sólo a cinco europeos occidentales), y tres personas del Medio Oriente. Algunos de los problemas más graves podrían surgir, irónicamente, de la región más pequeña y de la más grande.

Suponiendo que la ciencia y la tecnología continuarán su rápido crecimiento, y que la globalización seguirá siendo una “mega tendencia”, el Informe NIC describe trece “certezas relativas” sobre el paisaje global en 2020:

– La globalización será en gran medida irreversible, pero su núcleo será menos occidental. 

– La economía mundial será notablemente más grande, pero habrá una distancia significativa entre los que tengan y los que no. 

– Las empresas globales facilitarán la difusión de las nuevas tecnologías. 

– Asia se volverá aún más importante, aunque habrá dudas sobre la suavidad con que ocurra este proceso. 

– La población de Europa y el Japón envejecerá y se reducirá. 

– Las reservas de energía todavía sin explotar bastarán para cubrir la creciente demanda, pero es posible que el........

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