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¿Bernal o Cortés?

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“La hipótesis de Duverger” por Rodrigo Martínez Baracs

 

Una nueva historia de una conquista vieja

Christian Duverger es un distinguido historiador francés del México antiguo y la Conquista. Durante muchos años, ha ocupado una cátedra de investigación en la École des Hautes Études de París. Su biografía de Cortés[1] fue renovadora e interesante. En ella sostuvo, aun admitiendo que no nos contaba por qué, que Colón era “casi sin duda judío”. En su nuevo libro, Crónica de la eternidad, publicado el año pasado por Taurus, hace una afirmación aún más sensacional. La famosa crónica Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, una de las dos o tres grandes crónicas en lengua española, dice Duverger, no fue escrita por el viejo soldado Bernal Díaz del Castillo, sino por Hernán Cortés, su superior.

Son varias las razones por las que Duverger cree que Díaz del Castillo no pudo ser el autor del célebre libro. En primer lugar, afirma que Bernal Díaz era, en su opinión, analfabeto. La principal base de esta suposición son las firmas de Bernal Díaz, que son distintas y cambiantes. Eso despierta en Duverger dudas acerca de su capacidad para escribir. Pero Bernal Díaz era un viejo cuando empezó a escribir, a menudo enfermo y en ocasiones alguien –su hijo Francisco, por ejemplo– pudo haber firmado por él. Sabemos que lo hizo en al menos una ocasión.

Duverger opina también que un provinciano pobre, originario de la ciudad castellana de Medina del Campo, no podía haber conocido toda la literatura, tanto en lenguas clásicas como en francés y en español, que Díaz del Castillo parecía conocer. Esta afirmación es muy discutible. Medina del Campo era en el Renacimiento una ciudad comercial en cuya plaza mayor se celebraba una famosa feria cada año, y en cuyas afueras había un castillo real. La feria despertaba la atención de toda Europa. Participaban en ella muchos hombres ricos, como el famoso mercader Simón Ruiz, sobre el que el historiador francés Henri Lapeyre escribió en los años cincuenta. El propio Díaz del Castillo nos dice que su padre, Francisco, fue regidor de la ciudad.

También lo fue, por una asombrosa coincidencia, Garci Rodríguez de Montalvo, el autor o más bien el impulsor de la novela Amadís de Gaula, el gran éxito literario de la primera generación de lectores, y el compositor de una secuela menor, Las sergas de Esplandián. Los dos parecen haber vivido muy cerca. Dos grandes escritores que parecen haber sido casi vecinos. La versión del Amadís escrita por Montalvo se terminó hacia 1494, y la primera edición de él que ha llegado a nosotros, impresa por el alemán Jorge Coci en Zaragoza, data de 1508.[2] El hijo de un regidor en Medina del Campo a principios del siglo XVI habría tenido muchas oportunidades de convertirse en un hombre bien leído. Pertenecía a la generación inmediatamente posterior a la invención de la imprenta, que hizo posible la lectura para el público general. Bernal Díaz fue también regidor en sus últimos años en Santiago de Guatemala. No creo que haya habido muchos regidores analfabetos, ni siquiera en América Central, incluso en el siglo XVI.

Existe aun otro vínculo más entre el Amadís y la Historia verdadera. No se trata del hecho de que, en un pasaje muy citado, cuando Bernal Díaz recuerda ver Tenochtitlan, la capital de los antiguos mexicas, desde la cercana Iztapalapa, se acuerde del Amadís. Lo que quiero subrayar es que casi todos los títulos de los capítulos del Amadís empiezan con la palabra “cómo”: “Cómo Amadís era muy bienquisto en casa del rey Lisuarte” (Libro 1, capítulo XVII). En esto existe un paralelo en la obra de Díaz del Castillo; por ejemplo, “Cómo el gran Moctezuma nos envió otros embajadores con un presente de oro…” (Capítulo LXXXVII, en la edición de Crónicas de América, 307). La organización de la obra de Díaz del Castillo, así, tiene mucho en común con la del Amadís.

En cuestiones pedagógicas, parece que Duverger ha cometido algunos errores. Primero, dice a sus lectores que Carlos V nunca aprendió bien el castellano. Pero no es así: lo hablaba lo suficientemente bien como para pronunciar un importante discurso en castellano en Roma hacia 1530. En sus últimos años se convirtió en su idioma preferido. También creo que es un error describir a Carlos como “pobre”, en un sentido económico, y “desacreditado” en 1530. Ese fue, a fin de cuentas, el año de su triunfal coronación en Bolonia. Me parece que otro error de Duverger es su retrato negativo del virrey Mendoza, que fue un gran funcionario que estableció lo que serían las reglas de la conducta virreinal en la Nueva España. En un momento dado (p. 24) Duverger lo describe como alguien consumido por la envidia que siente hacia Cortés. Nadie que haya leído la excelente biografía de Arthur Aiton, Antonio de Mendoza, first viceroy of New Spain,[3] o la información que él mismo brindó en su “información de Servicios y Méritos”,[4] podría llevarse esa impresión. Pero ninguno de esos dos documentos figura en la bibliografía de Duverger.

Después, Duverger piensa (p. 116) que solo una minoría de los conquistadores –“entre cinco y diez personas”, un máximo de doce– que acompañaron a Cortés sabía leer y escribir. He examinado individualmente las declaraciones de servicios y méritos de varios cientos de esos hombres y la mayoría de ellos podían leer y escribir. Los que eran analfabetos estaban debidamente identificados como tales. Esto es importante para la argumentación general de Duverger, porque sugiere que Cortés fue el único conquistador que luchó, como hizo Díaz del Castillo, desde el principio hasta el final de la campaña, y también regresó a España en 1528. A mí se me ocurren muchos otros.

Tampoco acierta Duverger al........

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