Huntington: el falso profeta
Tras el ataque brutal de Al Qaeda (que en algún sentido presagió en su famoso libro Clash of Civilizations and the Remaking of the World Order), el profeta Samuel Huntington escucha voces, ve visiones, y anticipa un nuevo peligro: su provocador ensayo “The Hispanic Challenge” (Foreign Policy, marzo/abril, 2004) descubre que los mexicanos han “establecido cabezas de playa” por todo el territorio estadounidense, en particular en los dominios de México anteriores a la Guerra de 1847. Esa invasión que parecería planeada, esta “reconquista”, constituye, a su juicio, el mayor peligro para la identidad histórica, cultural y lingüística, y para los sistemas políticos, legales, comerciales y educativos, y aun para la integridad territorial de Estados Unidos. ¿Clarividencia histórica? No: moros con tranchete.
Hay muchas razones para preocuparse por el problema migratorio. En México es una vergüenza nacional. Como los irlandeses en el siglo XIX, la mayor parte de los mexicanos que emigran lo hacen porque no tienen opción. Su drama no es resultado de la hambruna o la sequía sino de varios factores, entre los que destaca la antigua incapacidad de los gobiernos de México para entenderlos y apoyarlos. Si bien envían cada año más de diez mil millones de dólares a sus familias, en sus idas y venidas corren peligros de muerte, y su estancia en territorio estadounidense transcurre en un estado de continua zozobra y desgarramiento familiar. Para Estados Unidos, la migración mexicana no sólo genera beneficios económicos, sino costos y distorsiones sociales de toda índole en el aparato educativo, en los servicios de salud que es imposible negar o menospreciar. Los cinco factores diferenciales que Huntington advierte en esta ola migratoria con respecto a las del pasado son, en términos generales, ciertos: la contigüidad entre nuestros países abismalmente desiguales explica la enorme escala del fenómeno; la condición de ilegalidad en la que viven millones de migrantes tampoco tiene precedentes. Lo más preocupante, en efecto, es la persistencia: “la actual oleada no muestra signo alguno de remitir y es probable que las condiciones que originan que un gran componente de dicha oleada sea mexicano persistan en ausencia de una gran guerra o recesión”. Se pueden objetar algunos datos (la concentración regional en el suroeste es quizá menos marcada de lo que él dice, hay mexicanos a todo lo largo y ancho de Estados Unidos, aun en ciudades pequeñas y hasta en Alaska), pero el problema es de veras alarmante: ningún país puede cruzarse de brazos ante la incontenible presencia ilegal de otro pueblo en sus entrañas. En términos cuantitativos, la situación es similar a la de Europa con respecto a la inmigración ilegal proveniente de África y Asia. Pero en sus aspectos cualitativos es muy distinta. En Clash of Civilizations, el propio Huntington reconocía las afinidades y convergencias axiológicas entre las “variantes de la civilización occidental” en América. Ahora, de pronto, ha cambiado de opinión. A fin de cuentas, ocurre lo mismo que en aquel célebre libro: una frase genial se infla hasta convertirse en artículo y después en libro. Aunque señale conflictos reales, falla como diagnóstico. Y tomada al pie de la letra, justifica acciones políticas muy peligrosas.
Huntington teme la invasión silenciosa del país contiguo, que no conoce. Comencemos por la historia. “Los mexicanos y mexicanoestadounidenses afirma pueden reclamar, y de hecho reclaman, derechos históricos........
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