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Las gafas del difunto
El camposanto de mi pueblo tiene un nombre no sé si premonitorio o profético, está en lo alto y desde ese huerto de cruces se ve la mar. Se llama Altamira. Según entras, hay un pequeño estante acristalado con objetos perdidos y una suerte de tablón de anuncios que da cuenta de mensajes que envejecen en la vitrina.
En varias ocasiones cuando he visitado el cementerio de Viveiro, me detuve a contemplar el paisaje de la ría enmarcado desde la puerta principal como si de una postal marinera se tratase, y a mi derecha estaban expuestos los objetos perdidos. A saber, dos pares de gafas y un par de llaveros con sus manojos de........
© La Voz de Galicia
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