Locos peligrosos
Cuando, en plena pandemia, Donald Trump o Jair Bolsonaro negaron categóricamente la bondad de las vacunas para prevenir los peores efectos de la covid, ¿estábamos ante unos locos, unos cínicos o simplemente ante unos ignorantes? Cuando Adolf Hitler ordenó invadir Polonia en 1939 o cuando Putin ha hecho lo propio con Ucrania, ¿sus decisiones encarnaron las aspiraciones de un pueblo o simplemente una delirante ambición desmedida? Cuando, aquí en Catalunya, durante el procés, personajes como Clara Ponsatí –por citar tan solo una de las líderes más extravagantes– defendieron declarar la independencia y fiarlo todo a la presunta protección de los rusos, de la internacional judía o de los extraterrestres, ¿estaban en sus cabales o simplemente quedaron presos de una alucinación transitoria?
No es fácil dirimir cuándo estamos ante un loco o simplemente cuando tropezamos con un cuerdo que por interés simula serlo. Este es el dilema que planteó Eduardo Mendoza con respecto a Alonso Quijano, en su discurso de recepción del premio Cervantes, allá por el 2017. “Alguna vez me he preguntado si Don........
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