De redes al Movistar Arena: Abelardo le vende su viabilidad a la derecha
Han pasado cinco horas y más de 15 mil personas esperan porque Abelardo de la Espriella aparezca sobre el escenario del Movistar Arena. Esta vez no cantará, faceta que exploró en el pasado, sino que se presentará como el hombre capaz de reconstruir al país, y de castigar a Petro. No solo ante los asistentes y la izquierda, cuyos cuadros lo ven en diferido, sino ante la derecha: la esquina en la que nació su aspiración y a la que se propone venderle la idea de que él es el “defensor” que puede llegar a la Casa de Nariño.
Todo está listo para que Abelardo aparezca en el escenario del evento más grande, hasta ahora, en la campaña presidencial por el 2026. Hombres con máscaras de tigres han alentado al público durante horas, con el símbolo del gran gato que De la Espriella copió de Milei. El jingle del “tigre que ruge y muerde” ha sonado decenas de veces. Ana Lucía Pineda, su esposa, ya dio las palabras de una primera dama en potencia. Los videos alimentados por IA, en los que él y su familia son pintados como una manada de tigres, ya aparecieron. También los cortos en los que ridiculiza a Petro, llamándolo “encalambrado”, “coscorria”, “ojibrotado”.
Pero solo cuando el show parece haber tenido su pico más alto De la Espriella asciende por el elevador que vomita a los artistas en el escenario. Abelardo, como en sus redes, aparece con una mano en la frente, emulando el saludo militar. Viste traje azul, corbata negra y zapatillas brillantes —renuncia a los mocasines—. El corte y la barba, recién perfilados. Un pin con la bandera de Colombia, paradójicamente o por protocolo, en el lado izquierdo de su pecho. Su familia, en el centro.
—¡Firmes por la patria! —dice Abelardo cuando llega al atril frente al que lo espera la gente, y también los apuntes con su discurso.
El público rompe en júbilo. Como en los partidos de la Selección, se escucha el pitido de vuvuzelas, se agitan banderas y se levantan pequeños inflables. La gente usa el kit que la campaña entrega al ingreso del evento y grita: “Presidente, presidente, presidente”. Abelardo, consciente de que su primer gran llamado ha calado, les cobra a quienes han dicho que su campaña solo es espuma y caricatura. A figuras de su esquina, como Vicky Dávila y Juan Carlos Pinzón.
—Aquí están las bodegas. Aquí están los bots —dice el abogado y ahora candidato—.
Y agrega, sonriendo:
—Bots que dicen que pagamos, y son de carne y hueso. Bots que votan, sin buses ni contraprestaciones.
La algarabía invade de nuevo el Movistar Arena. La gente ha esperado cinco horas para verlo en vivo y en directo. Para confirmar que De la Espriella existe más allá de las redes, y que puede morder apoyo en la derecha. Para mostrar fuerza en busca del guiño, amable u obligado, del hombre más influyente en este sector: Álvaro Uribe.
Sobre las 3 de la tarde, a las afueras del Movistar Arena, en Bogotá, las filas crecen de un lado a otro. No se ven los buses típicos de los eventos de las maquinarias políticas. Las chiflas de los colados ganan protagonismo por momentos. Jóvenes y viejos, pobres y ricos, se someten a la requisa parca e invasiva de la Policía.
Pero lo vale, “porque hasta el momento no hay nadie como él”, dice Viviana Cavievez, una asistente que llegó desde Usaquén. Porque en la derecha están Dávila, Pinzón y María Fernanda Cabal, por el Centro Democrático, partido del que dice ser militante, pero ninguno emociona y tiene la fuerza de Abelardo.
“Cabal es valiosa, y también Paloma”, dice Viviane. “Pero en estos momentos no nos podemos poner a jugar”.
De Abelardo dice lo esperado, por el mensaje y el arquetipo que hasta ahora ha construido en redes. Que con mano dura resolverá los problemas de seguridad. Que les devolverá la dignidad a las Fuerzas........





















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