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Partidos EIRL, por Rosa María Palacios

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02.06.2025

El conflicto entre el renunciante Hernando de Soto y el presidente del partido Progresemos, Paul Jaimes, además de dejar algunas frases anecdóticas y algunos perritos mareados por las cámaras, ilustra bien lo que son hoy los partidos políticos peruanos y sus dirigencias: empresas individuales de responsabilidad limitada o, si se quiere ser más duro, una farsa. ¿Colectividad de principios? Sin colectividad y principios como los de Groucho Marx, no hay partido posible.

Un hombre (casi siempre) se mira al espejo en la mañana y sintiéndose divino piensa: “yo puedo ser presidente”. Y así, ungido por si mismo, se autoconvence de qué si por ahí pasaron Castillo o Boluarte, ¿por qué no?, ¿Qué tendrán esos que él no tenga? Ensaya un discurso y las palabras fluyen libres y potentes. Llama a sus mas cercanos y les declama. Logra convencerlos. Sin embargo, le faltan algunos detalles. Por ejemplo, un partido político. Nuestro hombre tiene tres opciones: milita en uno desde hace mucho; tiene el tiempo y los recursos para armar uno desde cero o; lo más probable, necesita alquilar o, mucho mejor, comprárselo entero.

Al otro lado del cerro, un emprendedor ve su oportunidad. Si junta a 25,000 afiliados puede crear algo llamado partido político que resulta ser el único vehículo para llegar al poder. ¿Para que quiere llegar al poder? Básicamente, para sacarle provecho en términos muy concretos: clientela laboral, acceso a la contratación pública, colocar elegidos, todo bajo el paraguas de una persona jurídica que, en el Perú,........

© La República