De la vacancia (bye bye reina Dina), por Paula Távara
Pasada la medianoche del 09 de octubre, y con 124 votos a favor, Dina Boluarte dejó de ser presidenta del país y fue reemplazada por el presidente del Congreso, José Jerí, quien -al menos en términos formales- deberá ocupar el cargo hasta el 27 de julio de 2025.
Celebrar una vacancia presidencial no me es posible. Esencialmente porque considero que cada vacancia es una reafirmación de la pésima situación en que nuestras instituciones públicas y políticas se encuentran: mientras que las democracias más estables celebran sin aspavientos largos gobiernos de partidos fuertes (o tienen estados que siguen funcionando por meses aún sin gobierno), nuestras crisis son tan profundas que solo nos queda apretar el botón de “reset”.
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Pero no celebrarlas no significa no considerarlas necesarias. Construido sobre los cuerpos de 50 compatriotas asesinados por su represión y por las miles de víctimas de una crisis de inseguridad ciudadana que jamás intentó tan siquiera resolver, el fin del gobierno de Boluarte no podía ser otro sino hacerle “reset”. No merecíamos tener que verla entregar la banda presidencial tan campante. Sí merecíamos sentir ligeramente reivindicado el rechazo apabullante contra su incapacidad y su bien denominada “cara de jebe”,
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