Imperfectos
Desde temprano aprendemos a ocultar lo que somos sin percibirlo. Nos dicen cómo vestir, cómo comportarnos, cómo hablar para agradar. Poco a poco vamos cambiando la piel para encajar. Creemos que así encontraremos aceptación, pero lo único que conseguimos es alejarnos de nosotros mismos. El disfraz nos hace visibles en público, pero invisibles para nuestro propio corazón.
Perseguir la perfección es una carrera sin meta. Cada logro parece insuficiente, cada error se siente fatal. La energía se consume en revisar, corregir, ajustar, en buscar una versión ideal que nunca llega. La vida se nos escapa entre comparaciones, listas interminables y el temor a........
© La República
