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La historia debe repetirse, por Jaime Chincha

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27.07.2025

Es 1959 y el presidente Manuel Prado Ugarteche enfrenta una combativa y pertinaz oposición. La crisis económica de la posguerra le está pasando factura al Perú. Como siempre suele suceder en el tercer mundo, las cuentas se pagan con varios años de diferencia. El principal crítico de Prado es, tan furioso como inteligente en sus diatribas, el señor Pedro Beltrán Espantoso.

Director del otro célebre periódico en formato estándar que hay en el país –además de El Comercio–, desde el diario La Prensa, Beltrán logra hacer una genuina escuela periodística y consigue liderar un medio de vanguardia, de corte liberal de a de veras y liderando una cantera de geniales cronistas como Arturo Salazar Larraín, Enrique Chirinos Soto, Julio Cotler y hasta Mario Vargas Llosa. La escuelita, le dirían de entonces, y para el futuro, a uno de los mejores medios que tuvo el Perú a mitad del siglo XX. La cosa es que Beltrán –sobre quien nadie se ha atrevido a hacer una biografía auténtica y que reconozca su legado, no solo en el periodismo sino también en la política–, emprende una valiente campaña de críticas con sustento respecto a la política económica de Prado.

Es el Perú que está doblando la esquina a la década de los sesenta, con mucho populismo, con números en rojo y con la herencia del odriísmo que aún seguiría tan vivo por varios años después –tan activo y dúctil como para ser capaz de aliarse con sus enemigos apristas–; cosechando, con el efectismo que ni el propio Joseph Goebbels se habría imaginado, aquella........

© La República