Comenzaba a escribir, el mismo día que se desató la catástrofe en el Levante español, sobre la hipocresía de determinada clase política española, al dar cumplimiento al emblemático dicho tan denostado “haz lo que yo diga, pero no lo que yo haga”. Sé de una amiga que, al respecto, acostumbra exclamar en situaciones parecidas: “La vida es puro teatro”. De los dos dichos me recordé al desear valorar las fechorías del ya expolítico tildado de progresista Íñigo Errejón. Pero toda mi intención escribiente paró de súbito con la irrupción de la dana en el Levante español. Primero quedo en estado de shock, según me voy informado de los acontecimientos; a continuación hago una composición del panorama, sin dejar de ofrecerme a colaborar si lo consideran pertinente; para estorbar, aun con las mejores intenciones, hay muchos. Barruntaba gravedad. Dos cuestiones me llaman la atención ya de entrada esa misma mañana: el volumen de agua por metro cuadrado del que se empezó a informar y que, ya con las nefastas noticias que oíamos,........

© La Región