Desayunarte y madrugarte
Subido estás a ese pájaro que nos habita el corazón y que planea por el azul como un cóndor. Abajo está ese valle por el que gatea la hierbabuena, el ajenjo, la albahaca, el apio y un montón de nutrias, corzos, jinetas y tejones.
Ya sabes que nos gusta tomar tu luz entre las manos por las mañanas. Quedar pasmados ante esa llama. Estrujar esa luz y luego migarla en el cuenco de la jornada. Y desayunarte a besos como hacen las madres. Y madrugarte. Ojalá sea así, cuando sea eterna el alba.
Creemos que la luz viene de fuera. Por eso abrimos las ventanas para que entre transparente y cálida. Pero la luz procede de la niña de tus ojos y si nos miras se nos derrite el alma, pues hecha está del hielo de las escarchas.
Imagina, por favor, que no estuvieras conmigo aquí, imagina qué sería........
© La Región
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