El genocidio real es el ecologista
No deja de fascinarme la facilidad que tenemos las personas para engañarnos a nosotros mismos. Ya sea por ignorar la realidad, por ideología o por el hastío de haber tenido la suerte de nacer donde no te ha faltado nunca de nada. Sea como fuere, hay gente que protesta contra las bases mismas de nuestra sociedad, ignorando que si derribas un pilar se puede caer todo el edificio. O tal vez no lo ignoran y lo que pretenden, precisamente, es destruir el bienestar tal y como lo conocemos.
Hace unos días tenía lugar en Madrid la junta general de accionista de Repsol. En un momento determinado, una activista de Greenpeace tomó la palabra haciéndose pasar por una accionista y enarboló el discurso habitual del género apocalíptico. Acusó a Repsol de todos los males posibles, entre ellos, acabar con la vida de millones de personas, ser culpables del cambio climático o arrasar la biodiversidad del planeta. El repaso que le metió el CEO de la compañía, Josu Jon Imaz, fue digno de ver.
La falacia ecologista (una de las muchas) radica en criticar el bienestar actual y las fuentes que lo originan, pero sin renunciar a dicho bienestar. Desde la comodidad de su sofá de Ikea, con su calefacción o su aire acondicionado, mientras piden la cena al Glovo y........
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