Libertad y redes sociales
Hace unas semanas circularon por Twitter (llámalo equis…) unas imágenes impactantes. Se veía un típico “troll center” con paredes repletas de rieles en los que reposaban miles de teléfonos, todos conectados a ordenadores desde los que el personal manejaba la sobrecomunicación por saturación. Así, a ojo, cada operario fácilmente podría estar gestionando entre veinticinco y cincuenta terminales, quizá con varias identidades falsas en cada uno. Estas granjas sirven a dos propósitos igual de eficaces: la sobreponderación del mensaje propio, por su presencia sobreabundante, y la cancelación del mensaje opuesto, comparativamente infrarrepresentado. No está claro si aquellos vídeos se tomaron en un centro operativo destinado a impulsar intereses políticos o meramente comerciales, pero es evidente que la comunicación artificial, costeada por poderes discretos de cualquier índole, puede representar ya un porcentaje altísimo de la comunicación total en las redes sociales.
Una gran mayoría, tal vez dos tercios, de las cuentas anónimas son ficticias, es decir, no se corresponden con un usuario humano que, por motivos razonables, prefiera no exponer su identidad, sino que son creadas para las estrategias de sobrecomunicación antes referidas.
En 2022, la empresa Meta (Facebook, Instagram) tuvo que eliminar más de mil millones de usuarios ficticios. En general, los diversos........
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